Coordinadora de Ingeniería en Alimentos de la Universidad Iberoamericana.
Dra. Ruth Pedroza Islas.
El daño hepático se deriva de una inflamación crónica que puede llevar a padecer cirrosis. En la cirrosis se forma un tejido fibroso que va deteriorando progresivamente la función del hígado y puede generar otras complicaciones como el carcinoma hepatocelular. Las causas mas comunes de la cirrosis son el abuso en el consumo de alcohol y las infecciones virales conocidas como hepatitis B y C.
Se han elaborado estudios en Estados Unidos, uno con 6000 adultos con riesgo elevado de daño hepático por diferentes causas, y otro con 12,000 en seguimiento durante 8 años, encontrándose en ambos que el consumo de café y cafeína, fue asociado inversamente con el riesgo de daño hepático evaluado por el nivel de la alanina aminotransferasa serica. Además, el riesgo de muerte por cirrosis alcohólica fue 22% menor por taza de café consumida diariamente.
En otro estudio, con duración de 17 años que incluyo más de 51,000 hombres y mujeres de Noruega, se encontró que aquellos que consumían al menos dos tazas de café diariamente, tuvieron 40% menor riesgo de muerte por cirrosis que aquellos que nunca consumían café.
A partir de diversos estudios epidemiológicos se ha sugerido que hay una menor incidencia de tumores hepáticos entre los bebedores de café, encontrando una asociación inversa en el riesgo de carcinoma hepatocelular y la dosis de café consumido.
Es conocido que el inicio de la formación de un tumor, consiste en una modificación permanente del DNA con metabolitos oxidantes derivados de carcinógenos activados. En el mecanismo natural de defensa celular, las enzimas detoxificantes actúan inhibiendo los intermediarios oxidantes teniendo como resultado la disminución en el daño del DNA y en el bloqueo de la fase de iniciación de foramacion del tumor. La presencia del acido clorogenico y de los diterpenos del café, el cafestol y el kahweol, disminuye la actividad enzimática de la fase inicial de formación de tumores y la activación carcinógena.
En estudios en cultivos celulares y modelos animales, sobre el carcinoma hepatocelular, se encontró que en algunos compuestos del café, incluyendo al kahweol, a los diterpenos y al cafestrol, pueden funcionar como moduladores de múltiples enzimas involucradas en la detoxificacion carcinogénica.
En estudios realizados en Japón durante 10 años con 90,000 personas, se encontró que los sujetos que consumieron al menos 5 tazas de café al día tuvieron un 76% menos riesgo de carcinoma hepatocelular, en relación con los que nunca bebían café.
En este estudio, la más fuerte asociación inversa fue observada en las personas que habían sido infectadas con el virus de la hepatitis C. En cambio no se encontró asociación alguna en personas que no habían sufrido alguna infección hepática con el virus B o C. Otro estudio seguido por 7-9 años. Con 50,000 hombres y mujeres japonesas, no genero asociación entre el consumo del café y el riesgo del carcinoma hepatocelular en aquellas personas que no tenían historia de daño hepático al inicio del estudio. Sin embargo, en las personas con una historia de enfermedad hepática al iniciar el estudio y que consumieron el menos una taza de café diariamente, se tuvo un riesgo 48% menor de carcinoma hepatocelular que en las personas que no bebían café.
También se observó que la mortalidad por cirrosis fue considerablemente menor entre los que bebían 3 o más tazas de café comparado con personas que bebían menos de 2 tazas por día.
No hay una explicación clara de cómo el consumo de café podría inhibir el daño hepático o el desarrollo de cirrosis y carcinoma hepatocelular. Sin embargo, hay cada vez mayor evidencia de que el daño oxidativo está involucrado en varios procesos patológicos como el cáncer. Al mismo tiempo, el incremento en el consumo de antioxidantes puede ser de importancia significativa en el efecto protector. Es importante mencionar que este efecto benéfico del café no fue observado para el té u otras bebidas que contienen cafeína, lo que sugiere que los otros componentes del café pueden tener algún papel positivo en estas enfermedades del hígado.
Así el efecto protector del café se atribuye al conjunto de compuestos que contiene cafeína, polifenoles que incluyen al ácido clorogenico y sus productos de degradación.
El efecto antitumorigeno se ha asociado con los diterpenos (cafestol y kahweol) aunque el mecanismo de acción no está completamente entendido, dada la compleja composición del café.
También la contaminación ambiental, por la exposición a altos niveles de toxinas puede ocasionar intoxicación del hígado. Se ha estudiado el efecto protector del café en modelos con tetracloruro de carbono para producir daño hepático, involucrando a los diterpenos en la disminución de los posibles mecanismos involucrados en los efectos dañinos de los radicales libres.
Todos estos notables resultados son concernientes a una de las bebidas más populares del mundo: EL CAFÉ.
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